Lagrimas en la lluvia

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 017-Día-contra-el-maltrato-de-género-25-11-15-1024x768.jpgImaginemos que cuando el año está finalizando, un titular de prensa, una estadística, un artículo, señala que 84 personas, agricultores o trabajadores en una fábrica o taxistas o notarios o jueces o profesores o estudiantes o abogados o políticos o comerciantes o camareros o dueños de restaurantes o médicos o, o, o…, (me da igual que sean hombres o mujeres) han sido asesinadas a lo largo de ese año. Puedo suponer la alarma, el desconcierto, la agitación social, la exigencia a la policía para que investigue y averigüe que psicópata asesino (sólo o en compañía de otros) está cometiendo tales tropelías…

Sin embargo cada año, cuando se dan las cifras de mujeres asesinadas por su pareja, la  mayor parte de la ciudadanía, pone cara de circunstancias, esboza un gesto de dolor y exhala un suspiro resignado con la frase “¡esto es terrible…!”

Cada vez me cuesta más, ponerme el 25 de Noviembre el lazo malva, cada vez me cuesta más acudir a concentraciones o actos de condena. Me digo que esto es pólvora en salvas, gestos de buenismo que no sirven para nada, porque la unidad ante la violencia de género, el dolor y el apoyo demostrados, todos esos momentos de solidaridad y rechazo, parafraseando al personaje de Blade Runner, “se perderán en el tiempo…como lágrimas en la lluvia”…

Pienso además en las mujeres que no han muerto pero que viven muertas en vida por el miedo, por el acoso, por los golpes, por la creencia de que ellas son las culpables, que no entienden a su pareja, que no le apoyan lo suficiente, que le han fallado… Mujeres muertas en vida porque no se atreven a respirar, a tomar decisiones, a decir BASTA.

Como profesora, me he preguntado muchas veces de que sirven todos los actos que se organizan en los centros escolares, para que el alumnado se nutra de valores de solidaridad, de igualdad, de tolerancia, de paz… Estamos fracasando, algo debemos hacer mal, cuando hombres muy jóvenes, recogen un legado de maltrato, dominio, desprecio y terror. Una compañera me daba la respuesta: tenemos enemigos muy poderosos… Porque nuestras lecciones de esfuerzo, de sacrificio y todos esos valores que he citado, chocan contra una sociedad hedonista y egoísta que busca un beneficio rápido a costa de lo que sea; se estrellan contra programas de televisión, donde la mujer se convierte en un objeto manipulable, que se puede usar y tirar; naufragan en un mar de revistas donde se vende la propia vida al mejor postor y donde la dignidad y el respeto se cambian por el escándalo de turno; se ahogan en letras intolerables de canciones que ponen a la mujer de rodillas para pisarle la cabeza y el amor se define como una sumisión entre esclava y dueño… Al fin, nuestras lecciones, defendidas con libros y palabras, caen heridas cada día en las trincheras de esta guerra ante la zafiedad, el insulto, los golpes, el afán de poseer, dominar y destruir; al fin, nuestros ideales, mueren frente a una sociedad individualista, comodona y sorda.

Ha llegado la hora de luchar. Como decía Sabina en su canción, “que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentiras…que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena…”.

Deja una respuesta